Te chuparás los dedos, sin ninguna duda… y repetirás!! El postre perfecto para los paladares más golosos.
Ingredientes (4 personas):
– 500ml de nata
– 200g de chocolate blanco
– 100g de chocolate negro
– 2 hojas de gelatina
– 12 fresas
– Hojas de menta
Para el crumble:
– 50g de almendra molida
– 150g de harina de trigo
– 125g de azúcar integral
– 100g de mantequilla pomada
– 1 cucharada e extracto de vainilla
Comenzamos hidratando la gelatina con agua fría.
Calentamos en un cazo 100ml de nata líquida y añadimos el chocolate blanco troceado. Removemos constantemente para evitar que se pegue el chocolate mientras se va deshaciendo. Una vez fundido y cuando la crema obtenida esté bien caliente incorporamos la gelatina y dejamos que se deshaga. Reservamos y esperamos a que se temple.
Montamos el resto de la nata (400ml) y la mezclamos con la crema de chocolate blanco con movimientos envolventes para que mantega el aire y no se baje.
Rellenamos los recipientes en los que vayamos a servir con la mousse y dejamos reposar hasta que se enfríe y tome consistencia.
Mientras tanto preparamos el crumble. Mezclamos en un bol la harina, el azúcar y la almendra en polvo junto con la mantequilla pomada.Regamos con el extracto de vainilla y trabajamos la mezcla hasta formar una masa. Forramos una bandeja de horno con papel y extendemos la masa con las manos de froma irregular, como si fueran migas.
Horneamos durante 15 minutos a 180º y una vez esté hecha la dejamos enfríar para poder desmigarla con las manos.
Fundimos el chocolate negro al baño maría. Limpiamos las fresas (se puede utilizar cualquier otra fruta de temporada en su defecto) y les quitamos la parte superior para bañarlas en el chocolate. Las colocamos sobre un poco de papel de horno para que se enfríe.
Servimos la mousse con el crumble desmenuzado y decoramos con unas fresas con chocolate y menta.